sábado, 6 de agosto de 2011

Escapada Toscana

Estimados amigos, este blog no pretende ser referencia de nada, lo aquí contenido y descrito, no son más que sensaciones, experiencias y avatares en lo que han supuesto cinco maravillosos días por una de las más bellas regiones de la hermosa Italia. Espero, sinceramente, que os guste y, quién sabe, os pueda resultar de utilidad.

Día 1.- Nuestra agenda de viaje se inicia en Santander. Tomamos el avión de Ryanair con destino Pisa. En una agradable hora y cincuenta minutos de vuelo, aterrizamos en el coqueto Aeropuerto Internacional Galileo Galilei. De ahí, un corto paseo de no más de diez minutos (existe la posibilidad de coger un shuttle gratuito), nos vamos a la "terminal" de renting de vehículos. Nuestro coche es un Fiat 500, estamos encantados. El centro de Pisa se encuentra a 10 minutos en coche del aeropuerto, nuestro hotel, en San Giuliano Terme, en las afueras de la ciudad, a poco más de 15 minutos. Nos instalamos y de inmediato iniciamos la visita a la zona monumental del Campo dei Miracoli. Nuestra primera impresión, gratísima. Lo primero que nos llamó la atención es el grado de inclinación de la Torre, bastante acusado, más de lo que se puede apreciar en libros y fotografías.

La explanada donde se alza todo el conjunto monumental es un espacio diáfano, amplio y perfectamente conservado. A fecha de hoy es posible subir al campanario de la Torre, en grupos de 20 personas cada media hora. En cuanto al resto de la ciudad, personalmente, me ha parecido muy guapa, salpicada de edificios emblemáticos, pequeñas plazas albergando terrazas muy animadas, realmente, recomendaría perderse en un paseo por el corazón de esta noble ciudad, una auténtica sorpresa. Después de la cena, en una de las múltiples trattorias próximas a la Torre, paseín, "gelatto", y vuelta al hotel. Al día siguiente, Florencia.

Día 2.- Comenzamos el día temprano, correcto desayuno buffet en el Hotel Granduca, y cogemos carretera con destino Florencia. En un trayecto aproximado de una hora, por la A11 (Autoestrada Firenze-Mare), llegamos a destino. Hotel B&B Firenze Aeroporto, situado a las afueras, cercano al aeropuerto florentino de Peretola. Perfil de hotel low cost, instalaciones modernas y confortables. Dejamos el coche en el hotel y tomamos el autobús nº 22 al lado del mismo; nos lleva en 15 minutos al centro de la ciudad. Nos apeamos en la estación central de tren Santa María de Novella, desde donde, en 10 minutos, se llega a la Piazza del Duomo. A partir de ahí, los ojos como platos, la riqueza monumental lo invade todo, la Catedral de Santa María dei Fiore, el Campanile de Giotto, las puertas del paraíso de Ghiberti....


Es un no parar, continuamos el paseo y llegamos a la Piazza de la Signoria, imponente se alza el Palazzo Vecchio con su torre de Arnolfo, sede del Ayuntamiento de Florencia. La plaza es chulísima, un hervidero de gente se da cita en ella. A las puertas del Palazzo, como elemento más representativo, se encuentra la réplica del "David" de Miguel Ángel, lugar que ocupaba inicialmente la estatua original y que ahora se halla en la Academia.

Seguimos la ruta, y atravesamos la Galería de los Uffizi (de los Oficios), otro de los emblemas de la ciudad. Aún hoy se encuentra en proceso de ampliación para continuar dando cabida a la ingente cantidad de obras que componen el fondo museístico. Si se va sin entrada, las colas para poder entrar alcanzan varias horas de espera. No paramos. A la vuelta de la esquina nos esperaba otro de los lugares con nombre propio en esta maravillosa ciudad: el Ponte Vecchio. Plagado de pequeños talleres de orfebrería es un constante paso de personas, muy pintoresco. Su construcción, inicialmente en madera, se atribuyó a los romanos y antes de albergar la actividad orfebre, acogió al gremio de los carniceros. Muy guapo. De hecho, en la Segunda Guerra Mundial, Hitler prohibió expresamente que fuera derruido.

Galería Uffizi

Una vez cruzado el Ponte Vecchio nos encaminamos al Palazzo Pitti, edificio renacentista que se erigió como residencia urbana de un banquero florentino (Lucca Pitti, familia rival de los Médici), para, en el transcurso de la historia, pasar desde adquisición y palacio de los Médici hasta Corte Real o base militar de Napoléon. Hoy es una de las grandes galerías de arte de Florencia. Tras éste se encuentra el Jardín de  Bóboli, también obra de la familia Pitti, visitable previo pago. Desde él se obtienen unas preciosas vistas de la ciudad. A continuación, tocaba parada  y refrigerio. El centro histórico esta plagado de osterías, trattorias, ristorantes y establecimientos de "Pizza al Taglio" (al corte) en donde reponer fuerzas. Los precios no son abusivos, excepto en las bebidas. Que más decir, Florencia es una ciudad que exige una estancia mínima de varios días para poder hacerse una idea del extraordinario valor artístico que la contempla, en nuestro caso, se trató, como se suele decir, de una visita de médico, excusa más que suficiente para volver en un futuro. Entre innumerables, otro de los tantos rincones a los que nos acercamos (tengo la suerte de que mi mujer es de mucho caminar, impresicindible para conocer cualquier ciudad) fue a la Basílica de la Santa Croce, la iglesia franciscana más grande del mundo. En su interior, se hallan las tumbas de Miguel Ángel, Galileo Galilei y Lorenzo Ghiberti entre otros. Se halla en una plaza de la que toma su nombre, Piazza Santa Croce, también muy concurrida y un buen sitio para hacer un descanso.


Pues sí, amigos, el resto del día lo dedicamos a perdernos por su entramado de calles, plenas de ricos olores, de gran actividad comercial, por cierto, para los futboleros, hay una tienda oficial de la Fiorentina, "Alé Viola", en la Via del Corso, a medio camino entre el Duomo y la Piazza della Signoria. Necesitábamos un descanso y una relajante ducha antes de ir a cenar. Volvimos al hotel desde Santa María de Novella (estación) en el mismo autobús que habíamos cogido para bajar. Listos de nuevo, para cenar, escogimos un restaurante recomendado por la guía de El País-Aguilar, para mí, un verdadero santoral en lo que a guías de viaje se refiere, y la elección no nos defraudó. No es lo más aconsejable, pero decidimos bajar el coche y lo dejamos en el parking 24 horas que existe en la estación de tren, nada barato, 2 euros/hora. Aún así, para bajar al centro de Florencia en coche, creo que es la elección más acertada. En fin, que el restaurante fue todo un acierto. Su nombre es Acqua al 2, Via della Vigna Vecchia 40, entre la Piazza della Signoria y la Piazza Santa Croce. Después de una más que agradable cena, un espectacular paseo de regreso bajo la noche florentina. 

Restaurante Acqua al 2, Florencia.


Día 3.-  Abandonamos Florencia no con un adiós sino con un hasta pronto,  la intención es repetir visita algún día. Iniciamos la marcha en busca de la famosa S-222, carretera que cruza toda la región de Chianti, con sus paisajes repletos de viñedos. A lo largo del trayecto,  se atraviesa por medio de localidades como Impruneta, Radda in Chianti, Greve in Chianti o Castellina in Chianti. Abundan los establecimientos de Agroturismo y Enotecas con degustaciones y venta al público, no podía ser menos, estábamos en la cuna del Chianti Clássico, con su sello del Gallo Negro como emblema identificativo de su D.O.C. Son pequeños pueblos, muy visitados, en los que la tradición vinícola es seña de identidad. El vino de Chianti Clássico, históricamente se produce en las colinas del Chianti, provincia de Siena, pero posteriormente se extendió a otras provincias. A todo esto, ese día llovió lo que no estaba escrito. Ya de tarde, otra de las joyas del viaje, Siena. Es muy difícil rivalizar en belleza con su vecina del Norte, Florencia, pero, salvando las distancias, es igualmente deslumbrante. Su centro histórico, con el Duomo o Catedral de Nuestra Señora de la Asunción como elemento referente, son la carta de presentación de una ciudad que  esconde otra joya como es la Piazza del Campo. En ésta, se celebra dos veces al año la famosa carrera de caballos del Palio, de origen medieval, en la que participan cada una de las 17 contradas (barrios o distritos) en las que está dividida la ciudad. Y seguía lloviendo con ganas.


Pues, después de toda la tarde disfrutando de nuestra visita a Siena, teníamos que ponernos en marcha nuevamente, esta vez camino de nuestra siguiente parada y fonda: San Gimignano. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1990, este enclave de origen etrusco, se caracteriza por su arquitectura medieval, en la que destacan sus 14 torres (llegaron a levantarse 72), que simbolizaba el poder y la riqueza de las familias de entonces, tendentes a rivalizar. El pueblo es de postal. Atestado de turistas durante el día, el momento zenit se disfruta a partir de la tarde-noche, en que el agobio de gente ha desaparecido. Es de esos lugares en los que uno se retrotrae en el tiempo y se agradece. El acceso al interior de la zona amurallada está restringido a los vehículos, por ello existen aparcamientos exteriores de pago en los que dejar el coche. La oferta hotelera de la zona, se traduce en forma de Villas y establecimientos de Agroturismo, muy acordes con la fisionomía de la zona, nada de hoteles ni edificios convencionales. Hay que destacar un vino blanco que se produce con una cepa exclusiva de la zona y que se conoce como Vernaccia di San Gimignano, muy rico. La Villa Ducci, a escasos dos kms. del centro, era nuestro hospedaje para esa noche, nos gustó mucho y estuvimos muy cómodos. La única pega, el no poder disfrutar de su piscina por culpa de la lluvia. Otra vez será. Muy buen desayuno buffet.



Día 4.- Continuamos nuestro periplo y tras pasar parte de la mañana disfrutando de las calles de San Gimignano, optamos por acercarnos a Volterra, 30 kms nos separan de ella. Para mí, la gran sorpresa de nuestro viaje. Situada a 545 m. sobre el nivel del mar, esta ciudadela de recinto amurallado alberga vestigios arquitectónicos de cada uno de los períodos que la contemplan, desde su origen etrusco hasta la época renacentista. Ofrece unas más que destacadas vistas sobre los valles del Cecina y del Era, que a su vez separa. Sus calles, muy concurridas, están repletas de tiendas de artesanía. Proliferan muy especialmente las dedicadas al alabastro, mineral que se extraía de las minas locales. Como anécdota, parte de la película de "Luna Nueva", de la saga "Crepúsculo", fue rodada en sus calles, y, entre los fans, Volterra es conocida como "Ciudad de los Vampiros". Para comer, hay de todo, nosotros lo hicimos en una pizzería "Nani" a muy buen precio y con una gran variedad, por supuesto, riquísima. Al igual que sucede en San Gimignano, es un lugar en el que el tiempo apenas corre y las sensaciones se experimentan al cuadrado. Precioso lugar. Muy recomendable disfrutar las vistas que ofrece el mirador.




Despedimos a Volterra,  muy satisfechos de nuestra visita, y en esta ocasión nos íbamos en busca de la última etapa del viaje: Lucca. Para ello, y en una manera de completar el círculo que hemos descrito en el trazado de nuestra ruta, nos dirigimos en dirección a la costa donde, en unos 30 minutos, tomaremos la autoestrada A12 en Rosignano Marittimo para, a la altura de Livorno-Pisa, tomar la A11 en dirección a Florencia que nos llevará directamente a Lucca. Se trata de una ciudad que dista a pocos kms al norte de Pisa. Localidad de origen del conocido compositor Giacomo Puccini, su origen, aunque con vestigios de asentamientos cercanos al paleolítico, se remonta a los etruscos. Todo su entramado histórico-arquitectónico se localiza en el interior de la ciudad amurallada que, aún hoy, conserva su estado original, ofreciendo la posibilidad de pasear en todo el perímetro que conforman. La catedral de San Martín (Duomo di San Marino) de estilo renacentista, comparte portagonismo junto con la Iglesia de San Miguel, del románico pisano, la Torre del Reloj y la pintoresca y guapa Piazza Anfiteatro. La afluencia de visitantes no es tan abrumadora como en el resto de ciudades que hemos visitado, pero cuenta con gran ambiente en sus calles, donde abundan multitud de comercios. Nuestro hotel allí era el Eurostars Toscana, un antiguo AC, en el que estuvimos de maravilla. Instalaciones modernas, muy buena atención y excelente desayuno buffet. Se encuentra a pie de la A11, a cinco minutos en coche de la ciudad vieja. Buena elección. Como ya hiciéramos en Florencia, seguimos las recomendaciones de la guía a la hora de seleccionar el restaurante donde cenar, y nuevamente, un éxito. Lo hicimos en la Trattoria da Leo , y maravilloso, conviene reservar de lo contrario toca esperar.




Iglesia de San Miguel
 


Piazza Anfiteatro
 
Duomo di San Martino

Día 5.- Llegó la hora de la despedida y, tras el desayuno, toca hacer las maletas de regreso. Aparte de lo doloroso del adiós, lo que más nos costó fue desprendernos de nuestro inseparable compañero de viaje, sin el que no hubiera sido posible dar forma a esta escapada: el Fiat 500. No cabe duda, de que la mejor manera de conocer, de empaparse de esta región es hacerlo por carretera. En fin, volveremos a rodar por estos parajes. Pues nada, que salimos del hotel, unas comprillas de última hora, y camino del aeropuerto a tomar el avión de vuelta con destino Santander. Con respecto al equipaje, deciros que no aquí en Pisa, pero sí en Santander son bastante estrictos con el equipaje de cabina que se pretende subir al avión. En la misma puerta de embarque hay una persona que controla sus dimensiones por medio del famoso medidor de equipaje de mano de Ryanair, y ya sabéis que si no se ajusta a ellas hay que facturarlas, suponiendo un desembolso extra de 40 euros.
Pues este ha sido, a groso modo, nuestro periplo Toscano que, insisto, repetiremos sin lugar a dudas. Os animo a todos a visitarla, realmente es una experiencia única. Gracias por vuestra atención.


1 comentario:

  1. Parece indicar que es un viaje vacacional para preparar en futuras fechas venideras. Gracias por relatar tu viaje.

    Un fuerte abrazo de tu compañero.

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